Escribir esto no ha sido sencillo, estas últimas semanas han puesto a prueba mi confianza, mi autoestima y por ende, mi felicidad… todo comenzó cuando empecé a sentirme disminuida.
La realidad es que existen formas de violencia llamadas “micro-machismos” que nada tienen de pequeños y mucho tienen de estructurales. Nos hacen daño porque cuando hablamos de goces de derechos y de libertades, no tenemos la posibilidad de elegir.
El prejuicio sobre la Drama Queen viene desde mucho tiempo atrás; nos hicieron pensar que el ser mujer es sinónimo de personalidad difícil de entender y todo lo “referente” a nuestro género sólo nos complica más la vida.
Mi Declaración de Autoestima. Sé que tengo aspectos que me desconciertan y otros que desconozco. Pero mientras yo me estime y me quiera, puedo buscar con valor y optimismo soluciones para las incógnitas e ir descubriéndome cada vez más.
Te preguntarás entonces si es posible vivir una relación perfecta, libre de violencia. Como tú eres la única que vive y vivirá en carne propia tus relaciones, prefiero dejarte a ti la definición de “perfecta”.
¿Por qué no tengo citas cada semana que terminan en una noche de sexo desenfrenado y sin compromiso?” Porque digo, si soy soltera debo divertirme y sacarle provecho a esta etapa…
Pese a que el ya nombrado empoderamiento femenino tiene cada vez más peso en los distintos ámbitos de la vida, en el espacio del “amor” nos seguimos preguntando, ¿Qué es lo que creo yo?, ¿Qué tanta independencia es adecuada en una relación?
Tengo casi 29 años y en 7 años no he tenido una relación estable o duradera. La verdad es que desde mi última relación que duró casi 3 años me ha sido muy difícil abrirme y dejarme llevar por el amor.
Desde la cultura machista que nos rodea, nos dicen que los vellos en hombres es sinónimo de grandeza, de hombría, incluso de poder, sin embargo, cuando se trata de nuestros vellos, es todo lo contrario.
¿Sabes qué acciones familiares te lastimaron y lo que representan en tu vida? No hablo de la nalgada o del grito pelado, hablo de esos mandatos con los que crecimos; a los que no les dimos tanta importancia porque “así nos tocó vivir”.