Como buena abuelita latinoamericana, mi abue nos mostraba su cariño a través de la comida. Hoy, aunque ya no está con nosotros, las nietas replicamos sus recetas y sin saberlo o consentirlo también algunas actitudes de su época.
Levante la mano quien en casa de su abue:
- La que cocinaba comía hasta el final porque estaba sirviendo.
- A los hombres se les servía primero.
- Las mujeres recogían y lavaban los platos.
- Si cocinabas algo o llevabas a cabo alguna tarea te decían : “ya te puedes casar”o “eres muy buena muchacha”.
Por peras o manzanas nuestras abues crecieron violentadas psicológicamente por un sistema machista, como un acto de supervivencia muchas lo aceptaron o se adaptaron a él. Al adoptarlo y sin saberlo agredieron a nuestros padres con el mismo sistema y ellos a nosotros. Así es como hoy este sistema se ha mantenido vigente. Es como una herencia que nadie pidió pero que todos tenemos.
Con el tiempo y mucha información, estas actitudes se han ido difuminando y han disminuido en un porcentaje de la población. Lo que antes se hacía por educación o tradición hoy en día por lo menos se cuestiona. Sin embargo existen algunas acciones o actitudes que, como el glutamato monosódico en la comida, sabemos nos hacen daño pero no sabemos que están ahí.
Acá te dejamos algunos casos en donde tú o algún conocido podría estar siendo machista sin darse cuenta.
- Decir yo “ayudo” en las tareas del hogar, asumiendo que el trabajo es de una sola persona y yo estoy ayudando, no participando en igualdad.
- Sentirse incómodo porque el sueldo de la mujer es más alto .
- Asumir la heterosexualidad de alguien.
- Proponer jugar deportes de contacto únicamente a los varones
- Preguntar a los sobrinos si ya le gusta algún chico/a.
- Preguntar ¿para cuándo los hijos?
- Pagar o dejar pagar de forma sistemática una cuenta suponiendo que es lo que se espera de mí.
- Describir a una mujer como “poco femenina” o hacer comentarios sobre el aspecto de ellas cuando no lo hago sobre el de ellos.
- Decir la frase: «¿Cómo voy a ser machista si soy homosexual?»
- Decir “esas no son formas de hablar para una señorita.” Asumiendo que el correcto uso del lenguaje es exclusivo de un género.
- No salir con alguien por su estatura.
- Presentar a una mujer como : «Es la mujer de…» en lugar de por su nombre y profesión.
- Intentar ser amable y llamar “guapa” a una mujer a la que no conozco.
- Callar ante el comentario machista de alguien.
Referirse al conjunto de ciudadanos que buscan la igualdad como “las feministas”, en femenino, asumiendo que es una lucha únicamente reservada a las mujeres.
Si te cachas en alguno te invitamos a que reflexiones e intentes eliminarlo. Así eventualmente y Dios mediante (como diría mi abue) lograremos una generación más justa.
Si quieres clavarte como Cristo en la cruz te recomendamos el libro: «No son micro. Machismos cotidianos» de De la Garza y Derbez, en donde explican más a fondo y con 98 ejemplos cómo vivimos el machismo día a día.